Sólo queda enjugar las lágrimas y cavar la zanja...

Sólo queda enjugar las lágrimas y cavar la zanja,

afilar el cuchillo

y tomar café por la mañana en la cocina solitaria que tenga sabor a luna.

Saborcito dulce amargo de la luna,

el sabor de la tierra que me consuela,

sabor de los labios que no están.

Aunque sea sólo mientras el humo perdure,

humo blanco del café negro,

humo negro del cigarro blanco

y su inconfundible sabor a vacío,

sabor que me hace olvidar la caricia del sol engañador.

Mientras la luna es mi amiga el sol es un traidor

y las sombras sabias consejeras del día anterior

seamos realistas al final las sombras son frías

y la noche también

y la luna tiene que serlo pues esta unida a las sombras.

Son fríos los ojos esquivos

las palabras hechizas de aire,

las promesas incumplibles

y el suelo bajo tus pies.

Ze-Ítaca.

De aquí somos. Aquí vivimos¡¡!!

De aquí somos. Aquí vivimos. Saboreamos los colores que esta ciudad nos ofrece. Nos movemos en el contrastante método, que es ya por mucho folklor de nuestro universo. Vamos indiferentes por la vida, sin saber realmente por qué esa insistencia tan sútil por enterarnos, sin entrometernos.

Sabemos escabullirnos, cual ratas, en estos laberintos de incertidumbre, de miseria disfrazada, de colores a distancia, siendo esclavos de la rutina, o la desesperación, con esos pasos largos por la prisa de llegar a ninguna parte. Las puertas se nos abren y cierran en un instante.

Vamos, ruidosos, sufriendo o gozando, felices o asfixiados. No nos miramos tal cual somos, no cruzamos miradas, por no sentirnos identificados. Dormidos estamos, en este nuestro camino diario. De repente nos convidan un poco de alegría… nos vienen a compartir esos deseos de sonreír.

Hay ocasiones en que nos gusta imaginar las historias de los demás… ¿Dará clases de algún idioma? ¿Tuvo un día pesado en la escuela… en el trabajo? ¿Habrá discutido con su pareja? ¿Lo habrá besado y huido para no tener que decir adiós? Tal vez regrese de una visita a sus nietos, o simplemente fue de compras para comenzar desde ahora con los regalos navideños. Se repite la historia… esa insistencia por saber, pero sin enterarnos.

Es entonces cuando aquel sonido agudo tan ensordecedor corta las historias, y regresamos a nuestra absurda pero real rutina… Dejamos de imaginar para enfocarnos en lo que consideramos nuestro… Volvemos a ser grises, y sin gracia, hasta el próximo viaje en metro...

Atte. Prudencia